La llamada Vigorexia se manifiesta en conductas exageradas con respecto al ejercicio físico y a la alimentación, que pueden adquirir muy diversos grados y llegar hasta el punto de dañar la salud del cuerpo.
Su motivación es conseguir, de forma obsesiva, ciertas transformaciones físicas del cuerpo buscando una apariencia que le acerque a un ideal atlético-deportivo muy subjetivo, asumiendo a cambio una serie de riesgos y perjuicios para la salud de su cuerpo. Ese ideal es más de la apariencia, de cierta concepción estética, que del rendimiento atlético, y suele ser el de un cuerpo con poca cantidad de grasa y gran musculosidad o delgadez.
Se asemeja a la Anorexia Nerviosa en bastantes cosas, pero sin que predominen la importante desnutrición y la búsqueda de la disminución del peso y de la cantidad de comida. Se da también la disconformidad con el propio cuerpo, el estar pendiente del aspecto físico, y el obsesivo control de los alimentos en su calidad y valor energético.
Conlleva la dedicación de mucho tiempo a la práctica de ejercicio y al cuidado de la alimentación adecuados a su meta. A menudo se toman productos farmacéuticos (adelgazantes, anabolizantes, hormonas, etc.) para acelerar resultados. Los perjuicios en la salud física vienen más por los excesos en estos suplementos o en el ejercicio que por los desajustes en las cantidades de proteínas, carbohidratos y grasas de sus dietas.
Puede no ser fácil distinguir los límites de una sana afición deportiva y una obsesión desproporcionada. Es más significativo de esas conductas que son inadecuadas por el nivel de obsesión o de exageración con que se realizan, y por una simplificación o descuido de los demás aspectos de la vida que así queda excesivamente centrada en todo lo relativo al cuerpo y su apariencia.