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¿Cómo son los TCA?

Cuando hablamos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) nos referimos fundamentalmente a la Anorexia, la Bulimia, el Trastorno de Atracones, y otros no especificados. También se pueden considerar otros, como los llamados Vigorexia y Ortorexia.

 

Puesto que la alimentación queda trastocada por las diversas conductas inadecuadas, el cuerpo y la salud física se ven afectados en proporción a la gravedad del trastorno.

 

Muy frecuentemente el paciente no reconoce el trastorno como tal, o lo minimiza, y aun reconociéndolo no quiere salir de él ni busca ayuda. Los pacientes intentan ocultar sus síntomas, pero con adecuada observación acaban por hacerse notar.

 

Son trastornos de la salud física y psicológica, que alteran y perjudican el estado fisiológico del cuerpo, debido a hábitos de alimentación no saludables que aparecen por desajustes en el comportamiento y en la personalidad del paciente, y pueden acarrear ciertos peligros a las personas que los sufren.

 

La comida, de alguna manera, se convierte en el eje central de su vida cotidiana, descuidando progresivamente otras facetas importantes de sus vidas. El problema no es solo la alimentación, sino el modo de sentirse y comportarse con los demás y con uno mismo, pues tiene unas causas profundas en la personalidad y la vida afectiva del paciente, que se manifiestan alterando muchos de sus comportamientos, además de sus hábitos de alimentación.

Puede afectar a muchas áreas de la vida del paciente: su vida íntima personal, las relaciones familiares y sociales, el rendimiento escolar o profesional, la sexualidad, etc.; implica a las personas más cercanas (familia,  pareja, etc.) a las que afecta también produciéndoles sufrimientos e inconvenientes.

Por todo ello decimos que tiene varias dimensiones: física y psicológica, individual, familiar y social. Muchas veces los efectos corporales del trastorno (desnutrición, etc.) son lo primero que debe ser abordado, incluso con cierta contundencia o urgencia, según el nivel de gravedad. Tiene, pues, dos partes: una física (fisiológica) que afecta al cuerpo, y otra psicológica, que radica en el comportamiento y la personalidad del paciente. El origen o causa de la primera (corporal) está principalmente en la segunda (psicológica), aunque también se influyen la una a la otra, creando muchas veces ciertos círculos viciosos.

Aun en los síntomas graves no se ha de olvidar que se han de considerar como efectos secundarios de las causas psicológicas del trastorno. Éste no se cura verdadera y definitivamente si no se cura la parte psicológica. Esta parte, la psicológica, del trastorno no es tan fácil de detectar; suele manifestarse como una especie de ‘cambio de carácter’, que las personas cercanas llegan a percibir.

Su gravedad puede tener en muy diversos grados, y sus características son también distintas en cada caso. Todo esto varía mucho de una persona a otra, y también en una misma persona, según cambien en el tiempo, las circunstancias y la vida que haga el paciente (e igualmente a lo largo del proceso de tratamiento).

Algunas investigaciones han comprobado estadísticamente que hay factores genéticos que predisponen a tener un TCA; que los antecedentes familiares pueden transmitir por herencia alguna predisposición a padecer el trastorno. Igualmente, se ha verificado estadísticamente que hay factores de la educación y de la vida que uno lleva a cabo que también influyen en el desarrollo de un TCA. También se está descubriendo que los genes se activan o desactivan en función de la vida que uno hace y las vicisitudes y circunstancias que le rodean (la llamada Epigenética).

 

La pubertad y la adolescencia son periodos de especial riesgo, pues en esos períodos el cuerpo y la personalidad de los jóvenes experimentan cambios muy importantes: se atraviesan momentos decisivos de la construcción de su identidad y se buscan valores propios. Dentro de esa evolución los condicionantes familiares, sociales y culturales influyen poderosamente en el desarrollo del trastorno. 

 

Para un mayor precisión técnica, consúltese los manuales internacionales de trastornos psíquicos: el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5, de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana; y el CIE-11, de la Organización Mundial de la Salud, OMS.