La bulimia se caracteriza por ingestas de comida excesivas e impulsivas y una pérdida de control con respecto a la cantidad, la calidad, el orden y la forma de alimentarse. La persona realiza también diversas conductas de compensación para mantener su peso, que también le preocupa.
Lo más característico son los atracones compulsivos, seguidos a menudo de comportamientos compensatorios, como vómitos, abuso de laxantes o diuréticos, períodos de ayuno o restricción, de ejercicio excesivo, etc. En el atracón culmina una conducta ansiosa e impulsiva que supone cierto grado de exceso y descontrol, y que se puede extender a otras áreas como el beber, fumar, consumir drogas, compras compulsivas, hiperactividad, etc.
Debido a este descontrol, el peso puede ser algo elevado, pero también normal o incluso bajo, y con fluctuaciones que pueden ser notables. Todo ésto se vive con una gran vergüenza y autorrecriminación, y por eso se despliegan conductas encaminadas a ocultar los síntomas de los excesos, aunque no siempre con cuidado, junto con una fuerte negación de la existencia del trastorno. La combinación de todos esos factores puede hacerla más difícil de detectar.
Sus consecuencias corporales son también problemáticas: deterioro de la salud, agotamiento físico e intelectual, alteraciones gástricas y esofágicas, deterioro en esmalte dental, calambres musculares, arritmias cardíacas, vómitos hemorrágicos, etc. La acidez de los vómitos erosiona mucho la vía digestiva.
Actualmente, la Sanidad Pública y muchos centros privados prácticamente garantizan la recuperación de la desnutrición y la eliminación de los riesgos físicos. Su impulsividad característica favorece otros síntomas muy perjudiciales como son las conductas con poco sentido del peligro, y, sobre todo, las autolesiones y los intentos de suicidio (casi siempre impulsivos, poco realistas y poco efectivos).
Tanto en la alimentación como en el comportamiento se presenta como una mezcla de rasgos de la Anorexia y del Trastorno de Atracones, que a veces se yuxtaponen y a veces se alternan. No es infrecuente que se desarrolle una bulimia a partir de lo que empezó como una anorexia. Se pueden combinar momentos de sentimientos y comportamientos diferentes e incluso opuestos: de depresión o inhibición combinados con los de euforia o impulsividad; los de angustia, con los de ansiedad; conductas de control rígido, con los excesos; de obsesión y control en las actividades, con la variación y la dispersión, etc. Si la preocupación por engordar predomina sobre el impulso a la sobreingesta, se puede llegar también a la pérdida de la menstruación.
En el ‘cambio de carácter’ aparejado suelen predominar una fácil irritabilidad, un talante quejoso, los actos impulsivos, y frecuentes altibajos de humor y cambios notables en las motivaciones y en el comportamiento, y la tendencia a establecer relaciones de cierta dependencia.
Todo esto suele ser fruto de una dificultad interna para encontrar una verdadera motivación y auténtica satisfacción en lo que se elige hacer. Sus acciones a menudo son más una búsqueda que una verdadera decisión, de modo que el resultado suele ser decepcionante, lo que conduce a la interrupción y variación de lo emprendido. Por eso frecuentemente se llega a estados, o a picos, de ansiedad. Los síntomas funcionan en principio como calmantes de esa ansiedad. Es muy frecuente la dificultad para pasar tiempo a solas, que siempre se rellena con actividad y la proliferación de relaciones sociales y actividades bastante variables. A menudo las relaciones familiares, sociales y laborales se tensan o complican, y en especial las relaciones sexuales.
Éste complejo mundo interno, que involucra bastante su entorno de relaciones, requiere un tratamiento muy individualizado y en profundidad para poder ser reestructurado. Aunque al principio del trastorno casi siempre hay una fuerte negación del mismo, no presentan tanta dificultad en aceptar tratamientos; pero no se debe confiar mucho en ello porque con igual facilidad los abandonan y los cambian, como es característico, ya que les resulta difícil mantener la motivación cuando constatan el esfuerzo y la dificultad que conllevan.